En nuestra sociedad actual ¿tiene sentido hablar de un amor para siempre?

La respuesta a esta pregunta está en el origen de lo que somos. Hemos sido creados para AMAR y el hombre no es feliz sino en la medida en que se da y se abre a los demás. Y la vida es una continua lucha entre nuestra tendencia general al egoísmo o, siendo completo dueño de mí, darme generosamente a los demás.

Mientras terminaba de escribir esta frase, uno de mis hijos pequeños me ha gritado desde el baño: -¿Mamá, puedes venir a ayudarme? Eso suponía, perder mi concentración, parar de contestarte, tener que levantarme y por supuesto salir de mí misma para darme a otra persona que me necesitaba.

¿Y por qué te cuento esto? Porque precisamente en el esfuerzo diario de no hacer solo lo que te apetece, sino de elegir aquello que mayor bien te hace, es lo que hará que seas más feliz. ¿Y qué tiene que ver esto con la sociedad actual?

Pues tiene que ver todo. Que el hecho de querer buscar la felicidad solo en el darnos placer a nosotros mismos no nos hace sino caer en un hastío mucho mayor y ahí entra la búsqueda de la felicidad en el enamoramiento, sexo, disfrute… y todo lo que conlleva.

¿Entonces, tiene sentido hablar de un amor para siempre? Hoy, más que nunca, con más fuerza tiene muchísimo sentido hablar de un AMOR con mayúsculas, que comience en un chico que se enamora locamente de una chica y que deciden emprender juntos un camino para darse a conocer y de ahí, decir un grande compartiendo todo y confirmando con esfuerzo, cariño y voluntad ese hasta el final de sus días. ¿Se puede? Haced la prueba. Es una decisión totalmente libre. Dejad de mirar lo que no funciona. Detrás de esos 50% de divorcios anuales hay otro 50% peleando, levantándose cada mañana al lado de su marido, regalándole un beso por la mañana, preparando el desayuno, despertando a sus hijos, llegando tarde o temprano al colegio… Al final, AMANDO.

Quería buscar referencias bibliográficas para justificar todo esto que te estoy escribiendo, pero hoy te ha contestado mi hijo: – ¡Mamá, veeeeen!. Y así, saliendo un poquito de mí, es cuando encuentro el amor total y completamente.

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